
Lápiz Bic...típico, tinta azul, transparente.
Si no fuera porque lo compró en un "Lápiz López", sería totalmente común y corriente. Sin embargo le traía seguridad.
Todas las noches el muchacho, acompañado de su cigarro, comenzaba a escribir con él diversas historias. Fantasía o realidad, el chico solo escribía pensando en quién y cómo podría ser el amor de su vida.
Solitario, muy inmerso en su propio mundillo. Era de aquellos que encerrados en su habitación de 4 paredes se sienten a gusto.
Día típico. Caminando por República, sí, ese sector donde la gama de universidades se hace notar, fue cuando vió, sin duda, a la mujer que le quitaría el sueño, hermosa estudiante de enfermería, de ojos brillantes, penetrantes, de sonrisa tan dulce...
El muchacho no resistió el impulso de escribirle cartas.
Ella se enamoró de él. Todo era perfecto. Su vida comenzaba a cambiar.
Pero era inevitable.
La tinta del lápiz se acabó...
Nunca supo si la muchacha se enamoró de él o de sus palabras...pero desde entonces se desinteresó de él.
Se fue el lápiz junto al amor de su vida, volviendo nuevamente a aquella vida solitaria: encerrado bajo 4 paredes.